sábado, 11 de abril de 2015

Vieja traviesa






Sobre la tierra húmeda yace el tronco vencido de un viejo roble de los montes de León. Cobijo y despensa de pájaros, ardillas, venados y jabatos; fue talado para soportar los caminos de hierro que llevaban al progreso. Desnudas se fueron quedando las aldeas y montañas, hasta que las urbes se llenaron a rebosar.
Ahora, cual poema cargado de añoranza, plantamos parques en los páramos de cemento y asfalto. En esta zona verde descansa la vieja traviesa carcomida, sumida en sus recuerdos de poderoso árbol. Amablemente sirve al tránsito vital de esas plantitas que en sus grietas encuentran el lecho donde soñar con el incierto futuro.
Algunos desean convertirle en leña para chimenea de salón o barbacoa choricera. Otros ansían su destierro cual basura que afea el terreno. Yo le veo como ese anciano que no deja de darnos lecciones con su experiencia acumulada.
Fabricaron el aire que nos permite vivir, y siguen haciéndolo. Nos dieron cobijo y fertilizaron la tierra que nos alimenta. Bajo el suelo fermentaron formando petróleo. ¿Será posible que todavía no hayamos aprendido a respetarlos; nosotros, los que presumimos de tener inteligencia y espíritu?

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