sábado, 1 de noviembre de 2014

Septiembre, cuando los cambios nos hacen pensar en el porvenir.






Un nuevo curso comenzaba para una juventud que ha de andar un sinuoso camino.



Convertida la "chispa de la vida" en un vacío envase y las malvas reales luchando por sobrevivir entre los hierros fundidos de una desvencijada alcantarilla.


Y si para algunos es duro el nuevo curso, y la vida ha perdido su chispa; para la cigüeña blanca es todavía más cruel. Tiene que emigrar desde Europa hacia el África subsahariana, aposentándose en las antenas por falta de árboles y alimentándose (igual que las gaviotas) en el buffet libre de los vertederos urbanos.



No es de extrañar, por tanto, que los más viejos del lugar vean con preocupación un porvenir en el que se concede más atención a las máquinas que a las personas. Y si no lo crees observa el tiempo que tienen los peatones para cruzar un semáforo, o el que dedicas a charlas con tus congéneres poniendo en ello los cinco sentidos.

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