Me asomo a esta ventana electrónica, después de haber transitado por las páginas de una utopía novelada.
Cuando me conecté me sentía con la mente fresca y oxigenada, pero al cabo de un rato de noticias, reenvíos y otros entretenimientos, me empiezo a sentir desanimado. A veces el exceso de información deforma.
Abro la ventana para que penetre el fresco aire del otoño en este climatizado cobijo siempre templado. El silencio de las nubes bajo el inmenso cielo, contrasta con el continuo ruido de esta micro cultura que no descansa.
Las escasas islas verdes que emergen entre el mar de asfalto y cemento, agradecen estas lluvias. Este "mal tiempo" que nos limpia los aires grises y muertos, me encanta.
El Parque Lineal, es una de esas islas. Una linea verde en la que poder diluir nuestro aparcamiento social, mediante el ejercicio y la respiración, entre amaneceres y puestas de sol en un horizonte todavía amplio. Mucho más amplio que el bloque de enfrente.
El tiempo medido, me atrapa. Los horarios me marcan. Es la hora de, mañana hay que. El verano se fué. La primavera nos trajo nuevos florecimientos. El otoño comienza a dar sus frutos, huele a ilusión.
Caminemos, ahora que podemos.
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