Paseando
por el Parque Lineal de Palomeras me llama la atención un inquieto pajarillo
que desde las ramas de las acacias, catalpas, pinos, robles o negundos se lanza
revoloteando en el aire tras las abundantes moscas que pueblan el verano
tardío. Una y otra vez vuelve a cazar en “su” territorio, que defiende
agresivamente de cualquier otro competidor de su especie, durante una semana o
dos. En estos días es muy fácil de observar y escuchar su ¡¡tiic!! ¡¡chuik!! o
¡¡juick!! (si es que puede escribirse el canto de un pájaro). El macho ha
perdido parte de su característico antifaz blanquinegro y se confunde con la hembra
de tonos más parduzcos.
Los
papamoscas cerrojillos, pajaricos de unos 13 cms, recorren más de 10.000 kms
desde el África Tropical hasta el norte de Europa. Desde el este de Tanzania, el
Congo, Sudán, Camerún, Nigeria, hasta el oeste de Senegal. Durante el invierno su
presencia es común en Chad, Togo, Nigeria o Costa del Marfil. El primaveral viaje
lo hacen atravesando el Sahara rozando la costa mediterránea española, pero en el
otoño tienden más hacia la costa Atlántica. En todos los casos viajan sin
papeles atravesando las fronteras sin respetar más que las leyes de la Naturaleza.
Probablemente ayude el que sean blancos y negros al mismo tiempo.
Suelen
reproducirse en Polonia, Alemania, Rusia, Suecia, Finlandia o Gran Bretaña. También
lo hace en España, Francia, Italia y Portugal. Aunque al asunto de las
nacionalidades no parecen darle demasiada importancia. Más les inquieta la destrucción
de los bosques y la contaminación del aire, que tan frecuentemente producimos
los humanos, como ese horizonte urbano grisáceo que ya comienza a ser frecuente
en las repletas urbes después del periodo vacacional o las miles de hectáreas arrasadas
por los incendios.
Si no has podido irte a cazar elefantes por falta de presupuesto, seguro que si puedes disfrutar de la observación o “caza” fotográfica de este animalillo salvaje en la zona verde más próxima a tu casa; y con suerte puedas ver al más esquivo carduelis carduelis (jilguero, siete colores, colorines, ..), auténtico devorador de semillas de cardo y diente de león, al que alguna gente encierra en jaulas para disfrutar de su hermoso canto y plumaje. ¡Como somos!.
Gracias Klimtbalan por tu comentario. Siempre es bonito poder comunicarse con otro ser vivo. Lo digo por el jilguero "inglés". De pequeño en mi casa teníamos uno, se llamaba "Pirri" y predecía la llegada de los miembros de la familia con varios minutos de antelación. A mí me gustaba soltarle por la casa, lo que me costó más de una regañina y la consiguiente batalla para volverle a encerrar.
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