jueves, 22 de marzo de 2012
Idus de Marzo
Paseando por la cubierta vegetal del Parque Lineal se puede aspirar la sensación de estar entre el cielo y la tierra en un atardecer de luna casi llena.
Tratando de atrapar el momento "mágico" de una puesta de sol, en el que la luz deja paso a la sombra cual metáfora de nuestra existencia.
Al levantar la vista hacia el firmamento podemos observar cientos y cientos de gaviotas viajando en el viento, en una rara migración de esta ave marina desde los basureros hacia los dormideros madrileños. Es el siglo XXI.
No muy lejos, cerca de donde una vez estuvo la Casa de Fieras, se escucha el rugido metálico del rey de los depredadores lanzando sus consignas a la obediente manada que le sigue.
Mientras, en el corazón de la urbe, tratamos de capturar el entetenido momento como si fuésemos parte de un coloreado cromo.
Ajena a este "progreso" que nos inunda, la nieve cae en las montañas y los torrentes recogen el agua que nos da la vida.
Vida que maltratamos con excesos y salvajes mutilaciones, como las que les infringimos a nuestros hermanos los árboles.
Luego llenamos nuestras mentes y calles con nombres de santos y ángeles, en un vano intento de ser "buenos". Es la moralina de unas conciencias casi consumidas por tanto consumo.
Y hasta nos llega a repugnar el sexo salvaje de los reptiles entre la hojarasca de un robledal.
Cuando nos damos cuenta del oscuro futuro al que nos lleva este hipócrita modelo sociocultural, manifestamos nuestro rechazo; pero parece que faltan ideas para construir un futuro luminoso.
Es el tiempo en el que ya florecieron los almendros y florecen los prunos.
Tiempo para recordar a los que cayeron víctimas de la locura fundamentalista y guerrera, en un día cualquiera camino del trabajo o el estudio, muy cerca de este Parque Lineal.
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