viernes, 9 de marzo de 2018

Resulta que soy feliz y no lo sé.




Tras la frontera de cristal y aluminio, que me aísla del entorno “hostil”, llueve. Por fin llueve y el mundo verde se alegra, aunque los almendros lloren pétalos sobre la tierra embarrada. Atravieso la mini selva del Parque de la Paloma entre regatos y charcas. El templado aire empuja el licuado de nube contra mi paraguas made in RPChina. Los alados buscan refugio entre las ramas, mientras los sentados buscamos refugio frente a las pantallas. Por un instante, una pequeña parte de mi ser se siente “salvaje”. 

Benditos sean los paseítos que ventilan el cuerpo y la mente.

Tras los muros de mi habitación, oigo voces comunicándose a kilómetros de distancia por la telefonía inalámbrica. La tecnología parece capaz de amortiguar las soledades, aunque muchas veces nos aislemos de quienes nos rodean en un deambular zombi, abducidos por esos miniordenadores a los que llamamos “móviles”. Es posible que nuestros amigos, familiares,  vecinos o compañeros, no sepan casi nada de nosotros, pero el “Big Data” lo sabe casi todo (y hasta nos propone nuevos ciberamigos). 

Los datos van creando una realidad paralela, que inunda nuestras vidas, de una forma irreflexiva. Es lo normal. Como decía aquel: “ojo ….. al dato”.

En la lucha por la supervivencia, me aventuro por la montaña para recoger a las vacas y llevarlas al establo, donde poder ordeñarlas (6 brick de leche pasteurizada). Luego bajo hasta la vega para recoger unas verduras y raíces del huerto (1 kg de zanahorias, otro de judías verdes y dos lechugas, higiénicamente plastificadas). De vuelta paso por el pozo y lleno un cántaro de agua fresca (2 garrafas de 5 lts). En el camino me encuentro con un vecino con el que compartir un rato (- “vamos”; -“vamos”). Aprovecho el impulso para echar la basura orgánica al compost y reciclar plásticos y latas (bolsa azul y amarilla). Y ya al calor de la candela, me preparo para cocinar los alimentos (calefacción, vitrocerámica, bombillas varias, …). 

Que poco conscientes somos de lo mucho que tenemos.

En la lucha por los derechos civiles, salieron ayer millones de mujeres en todo el mundo, aunque muchos más prefirieron no salir. Al igual que los ancianos de la tribu que ven menguar sus pensiones después de haber estado trabajando toda la vida, son menos los que salen que los que se quedan. Lo mismo sucede con los jóvenes. En la utopía que vivimos, salir es sinónimo de diversión, no de esfuerzo. Tal vez por eso, las manifestaciones parecen más festivas procesiones que tumultuosas rebeliones (aunque siempre hay alguno que ve delito en cualquier desobediencia).

Con la corta perspectiva que nos puede dar nuestra corta vida, nos creemos que el estado del bienestar ha existido siempre y que va a durar siempre. En nuestra psicología biológica está arraigado el impulso vital de vivir cada vez mejor, y no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos. 

Es una lástima que un ser con tantas potencialidades como el ser humano, no haya aprendido después de miles de generaciones, que no es más feliz quien más tiene, si no quien menos necesita (sin olvidar la máxima filosófica de que “quien no llora, no mama”).


Por eso, tras una breve meditación, me he dado cuenta de que era feliz y no lo sabía.



2 comentarios:

  1. No me cabe duda de que si escribieras libros en lugar de estos brillantes y floridos comentarios, ellos tendrían un lugar preferente en mi numerosa biblioteca.. ¡Leerte siempre es un placer!.. y seguro que para ti también lo es escribir..

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  2. Recuerdo aquella entrevista que hacía Woody Allen a una hermosa pareja, creo que en Annie Hall, decían ser felices porque sólo pensaban en lo bueno que tenían y obviaban todo lo demás, fuera "existencialismos". Puesto en el caso yo me pregunto -qué coño es ser feliz- si vivimos momentos de cobardías, de valentías, de incongruencias, de coherencias, de cagarlo, de bordarlo ... De una forma u otra nos pasamos la vida luchando, en mayor o menos medida, con nosotrs mismos y con nuestro entorno, entre lo mediocre y lo auténtico.
    Como no creo poder llegar a ser estupendo en un mundo estupendo ... A la mierda ser feliz!

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