Amanecieron húmedos los bloquecillos de cocida arcilla. Espejos de agua reflejaban el cielo en la tierra.
El artificial lago ondeaba sus olas al viento, alegre por la lluvia recibida.
Poco a poco, el sol iba esparciendo las nubes en el celeste y el dorado sobre el líquido embalsado.
El sendero sobre las colinas marcaba la frontera entre el verde silencio y el ruido asfaltado.
Dibujo de luces salvajes sobre arquitecturas sombrías distraen mi mirada.
A medio camino al balcón me subo, observando el contraste entre palmitos y amontonados pisitos.
Los robles, últimos caducos, retienen la hojarasca mientras le salen los brotes.
Los más valientes recorren kilómetros usando sus piernas, frente a la invasión de pantallitas y televisores.
Hay quien despacio se airea, entre Vallecas y Moratalaz, en pasarela sobre la carretera.
El suelo preñado de semillas y raices, por el agua ha sido fecundado.
Por un instante creo estar en otro lado.
Árboles de acero esperan la noche para florecer encendidos, mientras el ojo móvil nos protege.
Y después de tantas reuniones festivas, con nuestro mejor amigo volvemos a hacer migas.
Mi primer paseo por el Parque Lineal de Palomeras ha terminado. Salud y Feliz año.
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