sábado, 16 de enero de 2016

La teta del tiempo.






En este último día de 2015 me “obligo” a escribir algo en este “viejo” blog, incapaz de competir con los “jóvenes” guasaps y las múltiples aplicaciones de los teléfonos inteligentes; me da penita tenerle tan abandonado.


Ese Parque Lineal, metáfora de ese pequeño espacio que le hemos concedido a la Naturaleza en nuestra colonización sin límites; una línea verde con sus caminos bordeados de árboles encanijados por la falta de suelo fértil, sus pajarillos buscando descanso y cobijo, y la pléyade de urbanitas que habitamos esta antigua villa de las siete colinas. Un espacio – tiempo en el que poder respirar y movernos al margen de la lógica maquinal que nos envuelve, sintiéndo nuestros acomodados cuerpos en movimiento, asomándonos a los paisajes que nuestra civilización ha ido transformando.

 
Paisajes un tanto grises, donde a veces cuesta ver la luz del sol, donde el arte pictórico tiene por lienzo muros de cemento y la basura consumista tiene que ser retirada diariamente para no afear la realidad.


Me enredo en el feisbu, ese patio de corrala que nos hace presentes entre decenas, cientos y hasta miles de “amigos”, recuerdo  lo difícil que era hacer buenos amigos, lo que cuesta mantenerlos y lo exigentes que a veces nos ponemos en nuestras relaciones; incluidos los compañeros de convivencia familiar o laboral. Es lo bueno que tienen los ciberamigos, que con un clic y algún breve comentario en pantalla, es suficiente (la mayoría de las veces). Además puedes crearte todo tipo de filtros para una mejor y más personalizada comunicación, por el interfeis. Por unos momentos diluyo mi soledad frente a la pantalla. Dejo de escribir y pasear, me sumerjo en la ciberealidad.
 

La inmediatez que tanto deseamos (como niños caprichosos) nos dificulta la serena visión con amplia perspectiva, tan propia de algunos ancianos y tan extraña entre jóvenes y viejos inmaduros. Y es que los frutos por apetecibles que parezcan, pueden ser totalmente insípidos por falta de fermentación enzimática. Como decía aquella abuelita, “las prisas no son buenas”. Escribir una carta en papel y mandarla por correo parece algo prehistórico, lo que demuestra nuestra cortedad de miras. Es como si nuestra civilización acabase de nacer y fuese una criatura en pleno crecimiento y sin apenas pasado.  



Necesitamos tiempos de soledad, de introspección, de silencio. Utilizar el tiempo en filosofar o tener una noción de las historias que conforman la Historia, parece que es una pérdida de tiempo, algo improductivo. La obsesión por parecernos a las máquinas nos va convirtiendo, poco a poco, en una especie de engranajes carentes de ánima natura. Hemos mitificado la tecnología y la acumulación (de todo tipo) que nos permite. Nos hemos domesticado en la comodidad del “progreso” y se nos ha olvidado dibujar en las nubes del cielo, escuchar las corales de grillos, la magia matemática de la escarcha o contemplar la caída de las hojas para que pueda formarse el humus.


Llegado a este punto, me pregunto quién coño habrá llegado a leerse este ladrillo. Y ahí es donde uno descubre a los verdaderos amigos, esos seres únicos, capaces de tragarse esto por amistad. La mayoría, solo viendo la montonera de letras habrá abandonado.

El yantar me reclama y abandono el ordenador personal para reunirme en el habitáculo del fuego y el agua, junto a los miembros de mi clan (pequeño clan).

Retomo el teclado después de descansar como un patricio romano, un marqués o un privilegiado ciudadano del “primer” mundo, que es lo que soy. Tanto es así que necesito salir de la cueva y moverme, para que mi naturaleza animal no sea enterrada por ni condición social.

 


En casa, otra vez, una sinfonía de sonidos acompaña mi silencio. Explotan los petardos en la calle y ladran asustadas las perrillas  “yorksair” de las vecinas, el motor de la batidora invade la conversación familiar, el ritual de las fiestas más consumistas del año tiene que seguir su curso, la mezcla de músicas en el bosque de bloques de pisos demuestra el ambiente festivo (junto con el alcohol, las programaciones especiales de tv y el tragar hasta enfermar). Y eso por fuera, que por dentro mi mente no para de darle vueltas a las últimas elecciones, al futuro de las siguientes generaciones, o a las nuevas exigencias funcionales que demanda mi planificado trabajo; por no hundirme en la crisis planetaria que está provocando migraciones multimillonarias por todos los continentes. La codicia nos vicia.

Me entretengo con juegos y deportes, tratando de divertirme como un niño.

 


Aparto un poco las sombras para reanimarme con el pensamiento positivo, esperanzándome con un horizonte de utopía. Quiero ver como la especie humana toma conciencia de que forma parte de la Naturaleza, que mujeres y hombres somos capaces de cooperar de manera fraternal, que el ansia es devorada por la calma y que el crecimiento personal nos hace más libres para apreciar las “pequeñas” cosas de la vida.


La Nochevieja y el Año Nuevo terminan por apartarme del teclado, y lo retomo después de pasear por el barrio y el Parque Lineal.  


En la intermitencia de este escrito, hasta perderlo llego, en el árbol de carpetas que recorro con el explorador de ventanas. 


Me encuentro ya en el comienzo de este nuevo año, con sus 366 días. Vuelvo a obligarme a terminar esta entradita. Y tan solo consigo darme cuenta de que hace más frío. Cae alguna nieve por la sierra, los días empiezan a alargarse, los mosquiteros y verderones pueblan las arboledas, las mismas contradicciones del año pasado siguen pese a cambiar el calendario. 

Toneladas de materia orgánica vegetal es tratada como basura a incinerar, en los últimos solares crece la salvaje naturaleza, la luz baña las hojas de roble y las promesas de los políticos invaden los alcorques juntos a los embalajes de las multinacionales de la comida basura.




Disculpar el tiempo que os haya sustraído en este paseo por el Parque Lineal de las Palomeras, sobre todo a quienes pensaban que el título tenía algo que ver con el contenido; era simple "marketing". Feliz año.

2 comentarios:

  1. Gracias por sumergirnos por un momento en las pequeñas cosas de la realidad, de que nos demos cuenta de la rapidez del tiempo y la manera de llenarlo que tiene esta sociedad. Tenemos que vislumbrar que la ciberealidad nos atrapa mas de lo que creemos, y sino tenemos fuerza de voluntad es muy difícil desconectar.
    Aprovecha esos momentos de paz mental y aquellos que te brindan tus seres queridos, porque luego serán los que te llenen de alegría.

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  2. Escribes muy bien, trabajas con una tristeza neutra, algo muy genuino de las personas inteligentes que precisan que nazca una estrella en mitad de las cosas, ...espero que lo logres

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