sábado, 28 de septiembre de 2013

La invasión de las cigüeñas

En mis paseos por el Parque Lineal y alrededores, acostumbrado estaba a los bandos de  gorriones, estorninos y palomas, tan adaptadas estas al medio urbano.


Resignado estoy a ver como la prole utiliza los alcorques como basurero de sus excrementos industriales.


Pero lo que me sorprendió fué la invasión de las antenas y tejados de los edificios del barrio por parte de las cigüeñas blancas.


Decenas y decenas de cigüeñas revoloteando sobre nuestras cabezas. ¿Que pretendían?


Que descaradas, ¿que confianzas son esas? andando por nuestras casas como si fuesen suyas.


Al posarse sobre nuestras antenas estaban poniendo en peligro el fundamento de nuestra civilización: la comunicación. Hasta podría considerarse un acto terrorista.





De momento peligraba la retransmisión de los eventos deportivos, que tanto nos coexionan como tribu, y otros acontecimientos culturales e informativos, que alimentan nuestro intelecto tertuliano. ¿Qué sería lo siguiente? ¿atacarnos con sus puntiagudos picos rojos?

Asustado por el inusual fenómeno, comenté el asunto con mis congéneres y pude comprobar la generalizada preocupación. Por último busqué información en internet (http://www.pajaricos.es/c/c1/ciguenacomun.htm ) y el conocimiento me alivió la angustia (¡¡uuff!!).


Estos pajaricos no hacen más que agruparse, donde pueden, para preparar el gran viaje hacia el sur africano donde pasarán el invierno, después de haber criado en el norte en esos grandes nidos que quedarán abandonados hasta la próxima primavera.

Ahora puedo contemplar, tranquilamente, el atardecer de mi ciudad, sabiendo que nuestra civilización no está amenazada por estas ciconias devoradoras de langostas, reptiles y batracios.






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