domingo, 25 de enero de 2009

Tranquilidad en el alma.

Ayer no salí al parque Lineal de Palomeras para sentir el viento huracanado que limpia la atmósfera urbana. La humedad de la última nevada mantiene el suelo blando y las raíces húmedas. Hoy, aunque llovía, si que le he recorrido, escondido en un plumas y bajo un sombrero impermeable. Necesitaba “descargar” la tensión acumulada durante una estresante semana de trabajo: muchos mandando y pocos trabajando. Es la modernidad tecnológica.
Lavanderas, colirrojos y algún petirrojo aprovechaban el movimiento de tierras, en el arreglo de los lagos, para cazar. Parece que han tocado algunos miles de euros de los presupuestos públicos para la reactivación económica. Pero ni las lombrices ni sus depredadores lo saben. Creo. En mis relaciones domésticas oigo un ruido de moscas en mis orejas llamándome tocapelotas y las cosquillas de una mariposa susurrándome que no tengo tranquilidad en el alma. Reacciono levantando mis escudos emocionales y me dispongo a defenderme con la espada de la razón. Pero me concedo una tregua para mirarme por dentro. Es cierto que una parte de mí no es agradable cuando digo lo que siento saliéndome del molde establecido. Pero es que esta sana sociedad, con sus guerras y sus rebajas de enero, con sus comodidades tecnológicas y sus autómatas humanoides, con sus ansias por acumular en el vacío del ser humano; esta sociedad contemporánea, me desquicia. Y sin embargo por ella vivo tan ricamente. Soy parte de este desarrollado “primer mundo”. Tengo suerte de pertenecer a este rebaño. Es cierto que no tengo el alma tranquila. Son pocos los momentos de relajación y menos aún los de meditación, en los que busco el silencio de tantas ideas y pensamientos, en los que la respiración consciente consigue aquietar el tío vivo de la mente. Pero es que cuesta tanto desprenderse de los viejos malos hábitos y llevar cotidianamente a la práctica aquello que te hace vibrar serenamente. Pero ahí sigo, intentándolo. Sin querer, mi contradictorio ser chirría contra los carriles de la normalidad y termino descarrilándome, a veces. Menos mal que soy un pequeño IBERTREN y no un AVE cargado de viajeros. Mientras lleno mi barriga con media lechuga murciana y un trozo de mamífero con tubérculos fritos, veo la tele de los antiguos: el cielo. Ponen unas algodonosas nubes sobre fondo azul en las que proyecto imágenes que por un instante se convierten en realidad. Esta noche actuarán un montón de estrellas, aunque creo que es un programa repetido y probablemente no lo vea. Y como “de bien nacidos, es ser agradecidos”, agradezco el fotolibro que mi familia me ha regalado, la humana relación de amigos, familiares, compañeros y vecinos, y el premio que tan generosamente me ha repicado Daniel, http://emocionesysentimientos.com/.
Espero que al nuevo Mesías, zurdo y mulato, de la nueva era, le dejen cumplir lo prometido y no muera asesinado como otros. Vaya, un gasecito. Parece que ya tengo mi interior más tranquilo.
P.D.: La fotografía de Barak Obama, no es mía. La he cogido del ciberespacio, sin permiso ni ánimo de lucro. Espero no ser sancionado por ello.

6 comentarios:

  1. Cuánta sensibilidad en las fotos!!

    Nos ha encantado y nos preguntamos si podríamos figurar en los links que tienes en tu web... con intercambio, claro

    Quizá pueda interesarte:

    http://parquelineal.es
    http://parquelineal.es/fotos_video
    http://blog.parquelineal.es

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  2. Siempre es un placer leerte amigo...
    Además nunca te han dicho que eres un cachondo mental???
    Un abrazo que te abarque...y no voy a hablar de la dificultad que esto conlleva.

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  3. Realmente es toda una experiencia pasar por tu parque; tener el lujo de acompañarte por los espacios que nos vas mostrando, fijando nuestra atención en aspectos que nos pasarían desapercibidos.

    Y el paseo además, con el análisis de los temas candentes, con las reflexiones, un placer vaya.

    Gracias por todo y un abrazo vecino.

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  4. ¡Qué bien lo he pasado leyéndote!. Esa ironía tuya es todo un regalo. Besazos.

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  5. La tranquilidad del alma, es algo que muy pocas personas pueden disfrutar en esta sociedad, si bien es cierto, que es lo que todos aspiramos sin saber muy bien en que consiste.
    Para ello tenemos que parar, meditar, sentirnos en el desnudo interno de lo que somos.
    Los malos hábitos que llevamos como lastres nos anclan en las viejas rutinas.
    Se requiere una esencia nueva, un viento nuevo, que barra lo inservible y podamos ser lo que realmente somos
    Besos Anaisay

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  6. Qué petirrojo más hermoso, me he pasado mirando esa foto un buen rato, qué mano tienes con la cámara.

    Lo que pasa es que nosotros, al tener la tripa llena y no preocuparnos por pasar hambre, tenemos más tiempo para pensar en lo desgraciada que es nuestra sociedad.

    No te preocupes por no pasar muy a menudo, a veces el tiempo se nos consume en otras cosas.

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