domingo, 5 de octubre de 2008

Fotografías en el Parque Lineal.

Cúmulos de nubes grises y blancas disimulan un horizonte industrial y urbano que ha ido borrando a los sembrados que a su vez borraron a los primitivos bosques.
Hermosos cuerpos de deportistas pasan rápidamente entre el paisaje de catalpas, cipreses, negundos, pinos, acacias, melias, prunos y sauces. Los niños juegan en la rotonda. Las madres comen pipas compulsivamente. Una niña juega a ser la protagonista televisera. Canta y baila. Otra la imita pero le cuesta más. Familias suramericanas se extienden por los prados a la espera de ocupar la cancha de baloncesto para jugar al balonvolea. Sobre las colinas se recorta la silueta de una madre con su hijo, cogido de la mano y con una pelota en la otra. Suena el rumor continuo de los motores sobre el camino oscuro. Una oscura vestimenta cubre el cuerpo de una anciana en zapatillas, que se niega a renunciar a su movilidad. Un trío con dos mujeres van parándose con frecuencia, dejando al varón descolgado. Un coche de policia municipal patrulla intentando evitar la inevitable ira que rompe árboles, bancos, farolas, toboganes, .. Unos jóvenes africanos juegan con los blancos niños al balón. Unos mozos rumanos les devuelven la pelota. Una joven pareja nueva, de más de 60 años, luce sus mejores galas y sonrisas. Tres señoras corren sin dejar de hablar, embutidas en sus prendas deportivas. Un joven veloz las adelanta. Unos señores en pantalón corto hacen estiramientos en un banco. Grafitis con cierto arte son tapados por garabatos ilegibles. Junto al carril bici camina una viejita con andador y acompañante. Niños y jóvenes atrevidos tratan de hacer piruetas con patines y tablas sobre grandes chapas arqueadas. Como una drusa caliza, sobresale el naranja del atardecer en medio de una nube nacarada. Media docena de machos jóvenes se sientan sobre dos bancos arrancados para contar sus bravuconadas. Sopla el viento que mueve las hojas. Se siente el final del verano tardío. Una joven parejita conjuntada pasean a su bonito perro. Me siento, respiro, observo, escribo. Me meo, me aguanto. Pasa otra patrulla, ahora es la policia nacional. Una quincena de chicos entrenan corriendo e invaden el carril bici. Dos mujeres sentadas escuchan los gritos de una tercera que alardea de hablar claro, mientras un hombre da vueltas alrededor de ellas con un perrito. Dos jovencitas se frotan cariñosamente tendidas sobre la hierba. Se encienden las farolas del Parque Lineal de Palomeras. El atardecer coje una luz especial, gris anaranjado sobre las tintineantes bombillas de la ciudad. En la parte más ancha y aislada, la que yo llamo valle, se escuchan los grillos y se ven los quiebros aéreos de los murciélagos. Los últimos paseantes con sus perros y los tardíos corredores, van dejando paso a las furtivas parejitas. Retorno a mi casa con la sensación de haber quemado unas cuantas calorías, variando el rutinario paisaje de las cuatro paredes en el que , a veces, me siento encerrado por mí mismo. Mi mente se ha ventilado con el aire fresco. Mi cuerpo cansado busca el descanso. Así sea.

2 comentarios:

  1. No es Menuda la crónica de un ratito en el parque!! Todo lo que describes pasaría desapercibido para la mayoría de las personas que allí estuvieran. Pero no tu mente y ojo observadores...
    Y eso que te meabas!!

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  2. Hola amigo, hay algunos blog que me gustaría que visitaras, si te apetece, claro...

    http://compartiendocamino.blogspot.com/

    http://emocionesysentimientos.com/


    Besitos...

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