miércoles, 13 de agosto de 2008

Agua, bendita agua.

En el paseo mañanero por el Parque Lineal he podido disfrutar del riego por aspersión y del trabajo de limpieza que los esforzados empleados subcontratados estaban realizando. Cantaba el diente de león con su amarilla flor y le contestaba el cinamomo con sus verdes bolitas. Aprovechaban la tierra húmeda las lombrices para alimentarse y los mirlos y alcaudones las aprovechaban a ellas para alimentar a sus crías. Los charcos han servido de abrevadero a jilgueros, gorriones y palomas. Mientras los dos lagos siguen secos, sin que los coches se dejen de lavar. Los enjambres de mosquitos han agradecido la humedad y la hierba segada. Las golondrinas urbanas no paraban de cazar.
Del agua evolucionó la vida hasta ser lo que somos. Líquido preciado sin el cual moririamos en unos días. Litros tiramos después de cagar o mear. Convertimos las cristalinas corrientes en puras cloacas. Ojalá que la aprendamos a respetar.

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